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San Martin de la Vega

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LA HISTORIA ES MUY BONITA, EL PRESENTE NO TANTO, NI TANTO NI TAMPOCO. UN PUEBLO QUE CRECE RAPIDAMENTE, SE ENRIQUECE QUIEN SE TENGA QUE ENRIQUECER Y LOS SERVICIOS DE ESTA POBLACIÓN SON NO MEDIOCRES, SON NEFASTOS, Y EN ALGUNOS CASOS NULOS. ES PREFERIBLE CONOCER LOS LIMITES DE UNO MISMO Y NO DEJARSE LLEVAR POR EL EGOISMO.

domingo, 07 de noviembre de 2004 a las 0:00

 

HISTORIA

HISTORIA

Hay abundantes pruebas arqueológicas de que las vegas del Jarama y sus afluentes fueron pobladas por hombres del Paleolítico, Neolítico y Edad del Bronce. Pero es con la Segunda Edad del Hierro cuando entra San Martín de la Vega en la Protohistoria. Para las investigaciones referentes a este período, nuestro término municipal se encuentra en la zona de las "Cuencas Fluviales", en las que los poblados están situados sobre cerros cercanos a las cuencas de los ríos, aunque otras veces están en terrazas próximas a ellos. En esta zona, junto con los "castros", son frecuentes los "fondos de cabaña". Estas cabañas, como su propio nombre indica, estaban construidas con materiales perecederos (palos, ramas, cañas, etc.) que no se han conservado, quedando solamente para la posteridad los materiales que se habían ido acumulando en el fondo de las mismas.

Hoy día el Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid tiene delimitidas tres zonas arqueológicas, al comprobarse la existencia de numerosos yacimientos que abarcan edades que van desde el Paleolítico Inferior a la Edad del Hierro.

La romanización de estos territorios parece que se produjo en época relativamente temprana, si bien el proceso fue lento.

En uno de los cerros de la Marañosa se realizaron prospecciones arqueológicas. Magdalena Barril, que las publicó, encontró cerámicas pertenecientes a tres momentos de ocupación: Romano, Árabe y Cristiano Medieval.

Las excavaciones arqueológicas que se han venido realizando en los últimos dos años como consecuencia de las obras del Parque Temático, han puesto de manifiesto la existencia de numerosos yacimientos arqueológicos. Los más antiguos se remontan a la Edad del Bronce (entre el 1500 y el 2500 a.C) compuestos fundamentalmente por la existencia de fondos de cabaña. También han aparecido dos yacimientos de especial importancia de la época visigoda (siglo VI d.C) integrados por una necrópolis de más de 250 enterramientos (en la que han aparecido diversos objetos hebillas, puntas de flechas, etc.) y un poblado de la misma época.

Del período de ocupación árabe hay abundantes restos cerámicos. También deben ser de la época islámica las torres y atalayas de las que nos habla el documento de San Fernando del año 1239.

En cuanto al nombre del municipio, indicar que en el documento de San Fernando, de 1239, por el que se marcaban los límites entre Madrid y Segovia, era San Martín. Su denominación en el siglo XV pasó a ser San Martín de la Vega del Jarama, ya con categoría de Villa. Se desconoce el momento exacto en el que desapareció "del Jarama".

San Martín de la Vega y sus tierras colindantes debieron ser muy apreciadas, ya que dieron lugar a multitud de pleitos por su posesión entre Toledo, Palencia, Segovia y Madrid.

San Martín de la Vega pertenecía al sexmo (división territorial) de Valdemoro, que, a su vez, pertenecía a Toledo. Posteriormente, aunque Valdemoro siguió perteneciendo a Toledo, San Martín pasó a depender de Segovia.

Uno de los pleitos fue entre el Obispo de Segovia y el de Palencia, al pretender ambos la jurisdicción sobre el sexmo de Valdemoro. Intervino el Papa Clemente III y lo adjudicó a Segovia el día 16 de marzo de 1190.

Fernando III El Santo, el 20 de julio de 1239, cerró la disputa existente entre los madrileños y los segovianos, en las que ambos pretendían poseer algunas tierras de San Martín de la Vega, y otras como las de Valdemoro y Seseña. Alfonso X El Sabio también intervino en problemas de lindes en esta zona.

Posterior a la guerra de lindes y al no estar aún consolidadas las líneas cristianas, se hacía necesaria una estrecha vigilancia en la zona para no permitir incursiones árabes. Esta necesidad dio origen a la fundación de los quiñones. Sobre su fundación es muy conocida, y ha sido demasiado difundida, la noticia que dio Colmenares, famoso historiador del siglo XVII, sin aportar demasiadas pruebas, para quién son una institución que fue creada por dos nobles segovianos: D. Fernán García de la Torre y D. Día Sanz, que vivieron en tiempos del Rey Ramiro II y del Conde de Castilla, D. Fernán González, de cuyas recién creadas fuerzas pidieron los segovianos se trasladaran a las riberas del Jarama cuatro cuadrillas de Quiñoneros.

La misión de los Quiñones, que, como queda dicho, era una institución armada formada por cuatro escuadrones de a cien lanceros cada uno, o sea, un total de cuatrocientos hombres a caballo aproximadamente, con sus correspondientes escuderos, era principalmente la de vigilar en los días festivos, mientras los cristianos estaban en las iglesias dedicados a sus rezos y demás prácticas religiosas, para evitar las incursiones de los árabes, establecidos en las orillas del Tajo.

Los Quiñoneros fueron cuatro escuadrillas denominadas de San Esteban, San Martín, San Millán y la Santísima Trinidad.

Los Quiñoneros llegaron a constituir una casta privilegiada, acrecentando sus bienes de tal forma que entre los demás pobladores de los lugares que ocupaban para su custodia y defensa se les consideraba y distinguía de manera extraordinaria. Al desaparecer el peligro con la expulsión de los árabes de España, solicitaron autorización para vender dichas propiedades a D. Enrique, Príncipe de Asturias dada su condición de Señor de Segovia y su Tierras, quién concedió la Real Licenciatura por carta firmada en Valladolid el 20 de mayo de 1442.

La venta de los quiñones se realizó al Ayuntamiento General de Pueblos de Segovia. Pero una vez vendidos los quiñoneros, fueron posteriormente, por iniciativa del Infante D. Alfonso (titulándose rey), devueltos a los quiñoneros, para que pudiesen vendérselos a ciertos señores de la nobleza. Muerto D. Alfonso, el rey Enrique IV mando indagar el asunto para castigar a los culpables y ordenó devolver los quiñones a los concejos de los pueblos.

El 25 de marzo de 1443, D. Enrique, que más tarde sería Enrique IV, otorgó a aquellas personas que quisieran instalarse en San Martín, Vallecas y Vallequillas, unos Privilegios Especiales de uso de la tierra, propiedad del suelo en el que se ubicaría la vivienda y en el que se plantaran árboles, vides y olivos, así como el uso de la Dehesa denominada "Soto del Tamarizo" (que hoy sigue existiendo como finca comunal); todo ello con el fin de lograr una repoblación como mínimo de 120 vecinos. Estas Ordenanzas y Privilegios fueron ratificados por el ya Rey Enrique IV mediante carta dada en la Villa de Madrid el 8 de noviembre de 1457.

Al sexmo de Valdemoro ya no pertenecía la Villa de Valdemoro, la cual dependía de la Mesa Arzobispal de Toledo por una Real Cédula de Enrique III el Doliente, confirmada en 1552 por el Emperador Carlos I de España.

Durante el mes de marzo de 1480, los Reyes Católicos cruzaron nuestras tierras. De seguro que fue durante ese viaje cuando al contemplar sobre el propio terreno el valor e importancia de las vegas de San Martín, Titulcia y Ciempozuelos, les movió a los monarcas a la separación de aquellas en tres pueblos que pertenecían a la ciudad de Segovia y que con otros pasaron a formar primero del Señorío y después el Condado de Chinchón, todo ello firmado el 9 de junio de ese mismo año. Hubo una separación de 1.200 vasallos del sexmo de Valdemoro para llevarlos a este Condado.

Con fecha de 5 de junio de 1480, los Reyes Católicos hacían donación de todas las villas y aldeas separadas del sexmo de Valdemoro a sus buenos, íntimos y predilectos amigos, fieles y constantes servidores, los muy nobles Marqueses de Moya, alcaldes perpetuos de los Reales Alcázares de Segovia, D. Andrés de Cabrera y Doña Beatriz de Bobadilla, que a su vez era Dama de la Reina Isabel y su consejera.

La decisión tomada por los Reyes de donar aquellos pueblos a los Marqueses de Moya fue causa de grandes disgustos, escándalos y alborotos en la ciudad de Segovia. Se abofeteó implacable y cruelmente a todos los niños segovianos para que guardasen toda su vida el recuerdo de la protesta y de la resistencia que se hizo por parte de todos los segovianos a tan desproporcionada donación. Los disgustos y los enredos se sucedieron durante más de un siglo. La escritura que puso fin al pleito fue otorgada el día 12 de junio de 1592 por D. Diego Cabrera Fernández de Bobadilla y de la Cerda, Conde de Chinchón, bisnieto del primer Conde de Chinchón y Marqués de San Martín de la Vega.

En esta concordia quedó delimitado el derecho de cada una de las partes, cediendo la Comunidad de Segovia al Conde los despoblados de Caez, Villaverde y Monasterio, las dehesas de Gózquez, Santisteban y Alvende, y los demás términos y jurisdicciones que había en el sexmo de Valdemoro, que pasaban íntegramente al Conde Marqués de San Martín de la Vega.

El Conde-Marqués cedía a Segovia el lugar de Navalcarnero. Por último, el Marqués de San Martín de la Vega se obligó a conceder a la ciudad de Segovia como compensación 2.000 ducados de renta anual.

La citada concordia fue de obligado cumplimiento para las partes al ser ratificada por el rey Felipe II en Illescas, el día 29 de mayo de 1593 y en El Escorial, el día 14 de julio de dicho año.

Se hallaba el Emperador Carlos I en La Coruña, dispuesto para embarcar hacia Flandes cuando Toledo se subleva aclamando a sus regidores Juan de Padilla y Hernando Dávalos. Se sucedieron los levantamientos de Ávila, Cuenca, Guadalajara y Madrid, así como Segovia con Juan Bravo.

Enterado el Emperador una vez en Flandes, consiguió que abandonaran la sublevación, entre otros, el Señor de Chinchón y el Señor de Torrejón de Velasco, D. Fernando Cabrera y Bobadilla, con lo que la causa de los comuneros perdió su principal apoyo. Como muestra del poderío e independencia que tenían los nobles ejemplo un escrito de D. Diego Cabrera y Fernández fecha de 1580, en el que el Conde de Chinchón protestaba al Rey que sus tropas acampasen en sus villas de Ciempozuelos y San Martín de la Vega.

Coincidiendo con la subida al trono español de la Casa de Borbón, ocurrió que el quinto Conde de Chinchón y Marqués de San Martín de la Vega, murió sin descendencia directa y le heredó por línea colateral su sobrina Doña Isabel de Castro, a la que sucedió en sus títulos su hija Francisca de Cárdenas y Castro que, por haber muerto en sus primeros años, fue heredada por su tía carnal, Doña Francisca Castro Fernández Cabrera y Bobadilla, a la que a su vez, sucedió su primo el Príncipe de Albano y de Venafro, de familia italiana, con el que dio principio en el señorío del sexmo de Valdemoro y Marquesado de San Martín de la Vega el apellido Savelí. De 1700 a 1708 no nombraba ya el Príncipe de Savelí a los alcaldes y justicias, sino que se hacía en nombre del Rey. En 1711 lo hizo la Condesa de Casa Palma, en nombre de su marido el Marqués de Almonacid.

Ya en 1738 pasaron, al parecer por compra, el Marquesado de San Martín de la Vega y el Condado de Chinchón al infante D. Felipe de Borbón Farnesio, hijo del rey Felipe V. Por ello, a partir de esa fecha los nombramientos de alcaldes, demás cargos y oficios de Justicia, y Escribanos del Ayuntamiento los firmaba de su puño y letra el Infante D. Felipe.

D. Felipe perdió su categoría de Infante, trasladándose a Italia para tomar posesión de los nuevos estados; en los de Chinchón, Valdemoro y San Martín de la Vega le sucedió su hermano el Infante D. Luis Antonio de Borbón y Farnesio, que fue nombrado Cardenal por el Papa Clemente XII cuando contaba ocho años de edad, más tarde fue nombrado Arzobispo de Toledo y Sevilla, pero renunció a sus dignidades eclesiásticas para contraer matrimonio al morir su padre en el año 1746. De este matrimonio nacieron tres herederos: D. Luis María, Doña María Teresa y Doña Luisa. En el año 1800 D. Luis María, a los 23 años de edad, fue nombrado Cardenal y durante la Guerra de Independencia fue designado Presidente de la Regencia que gobernaba España desde Cádiz, sancionó todas las leyes que promulgaron las Cortes hasta el regreso de Fernando VII.

El Infante-Cardenal fue destituido de todos los cargos al restablecerse el absolutismo. En el año 1820, al producirse un levantamiento, D. Luis fue nombrado Presidente de la Junta Revolucionaria y, después, Jefe del Gobierno Provisional.


Hay abundantes pruebas arqueológicas de que las vegas del Jarama y sus afluentes fueron pobladas por hombres del Paleolítico, Neolítico y Edad del Bronce. Pero es con la Segunda Edad del Hierro cuando entra San Martín de la Vega en la Protohistoria. Para las investigaciones referentes a este período, nuestro término municipal se encuentra en la zona de las "Cuencas Fluviales", en las que los poblados están situados sobre cerros cercanos a las cuencas de los ríos, aunque otras veces están en terrazas próximas a ellos. En esta zona, junto con los "castros", son frecuentes los "fondos de cabaña". Estas cabañas, como su propio nombre indica, estaban construidas con materiales perecederos (palos, ramas, cañas, etc.) que no se han conservado, quedando solamente para la posteridad los materiales que se habían ido acumulando en el fondo de las mismas.

Hoy día el Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid tiene delimitidas tres zonas arqueológicas, al comprobarse la existencia de numerosos yacimientos que abarcan edades que van desde el Paleolítico Inferior a la Edad del Hierro.

La romanización de estos territorios parece que se produjo en época relativamente temprana, si bien el proceso fue lento.

En uno de los cerros de la Marañosa se realizaron prospecciones arqueológicas. Magdalena Barril, que las publicó, encontró cerámicas pertenecientes a tres momentos de ocupación: Romano, Árabe y Cristiano Medieval.

Las excavaciones arqueológicas que se han venido realizando en los últimos dos años como consecuencia de las obras del Parque Temático, han puesto de manifiesto la existencia de numerosos yacimientos arqueológicos. Los más antiguos se remontan a la Edad del Bronce (entre el 1500 y el 2500 a.C) compuestos fundamentalmente por la existencia de fondos de cabaña. También han aparecido dos yacimientos de especial importancia de la época visigoda (siglo VI d.C) integrados por una necrópolis de más de 250 enterramientos (en la que han aparecido diversos objetos hebillas, puntas de flechas, etc.) y un poblado de la misma época.

Del período de ocupación árabe hay abundantes restos cerámicos. También deben ser de la época islámica las torres y atalayas de las que nos habla el documento de San Fernando del año 1239.

En cuanto al nombre del municipio, indicar que en el documento de San Fernando, de 1239, por el que se marcaban los límites entre Madrid y Segovia, era San Martín. Su denominación en el siglo XV pasó a ser San Martín de la Vega del Jarama, ya con categoría de Villa. Se desconoce el momento exacto en el que desapareció "del Jarama".

San Martín de la Vega y sus tierras colindantes debieron ser muy apreciadas, ya que dieron lugar a multitud de pleitos por su posesión entre Toledo, Palencia, Segovia y Madrid.

San Martín de la Vega pertenecía al sexmo (división territorial) de Valdemoro, que, a su vez, pertenecía a Toledo. Posteriormente, aunque Valdemoro siguió perteneciendo a Toledo, San Martín pasó a depender de Segovia.

Uno de los pleitos fue entre el Obispo de Segovia y el de Palencia, al pretender ambos la jurisdicción sobre el sexmo de Valdemoro. Intervino el Papa Clemente III y lo adjudicó a Segovia el día 16 de marzo de 1190.

Fernando III El Santo, el 20 de julio de 1239, cerró la disputa existente entre los madrileños y los segovianos, en las que ambos pretendían poseer algunas tierras de San Martín de la Vega, y otras como las de Valdemoro y Seseña. Alfonso X El Sabio también intervino en problemas de lindes en esta zona.

Posterior a la guerra de lindes y al no estar aún consolidadas las líneas cristianas, se hacía necesaria una estrecha vigilancia en la zona para no permitir incursiones árabes. Esta necesidad dio origen a la fundación de los quiñones. Sobre su fundación es muy conocida, y ha sido demasiado difundida, la noticia que dio Colmenares, famoso historiador del siglo XVII, sin aportar demasiadas pruebas, para quién son una institución que fue creada por dos nobles segovianos: D. Fernán García de la Torre y D. Día Sanz, que vivieron en tiempos del Rey Ramiro II y del Conde de Castilla, D. Fernán González, de cuyas recién creadas fuerzas pidieron los segovianos se trasladaran a las riberas del Jarama cuatro cuadrillas de Quiñoneros.

La misión de los Quiñones, que, como queda dicho, era una institución armada formada por cuatro escuadrones de a cien lanceros cada uno, o sea, un total de cuatrocientos hombres a caballo aproximadamente, con sus correspondientes escuderos, era principalmente la de vigilar en los días festivos, mientras los cristianos estaban en las iglesias dedicados a sus rezos y demás prácticas religiosas, para evitar las incursiones de los árabes, establecidos en las orillas del Tajo.

Los Quiñoneros fueron cuatro escuadrillas denominadas de San Esteban, San Martín, San Millán y la Santísima Trinidad.

Los Quiñoneros llegaron a constituir una casta privilegiada, acrecentando sus bienes de tal forma que entre los demás pobladores de los lugares que ocupaban para su custodia y defensa se les consideraba y distinguía de manera extraordinaria. Al desaparecer el peligro con la expulsión de los árabes de España, solicitaron autorización para vender dichas propiedades a D. Enrique, Príncipe de Asturias dada su condición de Señor de Segovia y su Tierras, quién concedió la Real Licenciatura por carta firmada en Valladolid el 20 de mayo de 1442.

La venta de los quiñones se realizó al Ayuntamiento General de Pueblos de Segovia. Pero una vez vendidos los quiñoneros, fueron posteriormente, por iniciativa del Infante D. Alfonso (titulándose rey), devueltos a los quiñoneros, para que pudiesen vendérselos a ciertos señores de la nobleza. Muerto D. Alfonso, el rey Enrique IV mando indagar el asunto para castigar a los culpables y ordenó devolver los quiñones a los concejos de los pueblos.

El 25 de marzo de 1443, D. Enrique, que más tarde sería Enrique IV, otorgó a aquellas personas que quisieran instalarse en San Martín, Vallecas y Vallequillas, unos Privilegios Especiales de uso de la tierra, propiedad del suelo en el que se ubicaría la vivienda y en el que se plantaran árboles, vides y olivos, así como el uso de la Dehesa denominada "Soto del Tamarizo" (que hoy sigue existiendo como finca comunal); todo ello con el fin de lograr una repoblación como mínimo de 120 vecinos. Estas Ordenanzas y Privilegios fueron ratificados por el ya Rey Enrique IV mediante carta dada en la Villa de Madrid el 8 de noviembre de 1457.

Al sexmo de Valdemoro ya no pertenecía la Villa de Valdemoro, la cual dependía de la Mesa Arzobispal de Toledo por una Real Cédula de Enrique III el Doliente, confirmada en 1552 por el Emperador Carlos I de España.

Durante el mes de marzo de 1480, los Reyes Católicos cruzaron nuestras tierras. De seguro que fue durante ese viaje cuando al contemplar sobre el propio terreno el valor e importancia de las vegas de San Martín, Titulcia y Ciempozuelos, les movió a los monarcas a la separación de aquellas en tres pueblos que pertenecían a la ciudad de Segovia y que con otros pasaron a formar primero del Señorío y después el Condado de Chinchón, todo ello firmado el 9 de junio de ese mismo año. Hubo una separación de 1.200 vasallos del sexmo de Valdemoro para llevarlos a este Condado.

Con fecha de 5 de junio de 1480, los Reyes Católicos hacían donación de todas las villas y aldeas separadas del sexmo de Valdemoro a sus buenos, íntimos y predilectos amigos, fieles y constantes servidores, los muy nobles Marqueses de Moya, alcaldes perpetuos de los Reales Alcázares de Segovia, D. Andrés de Cabrera y Doña Beatriz de Bobadilla, que a su vez era Dama de la Reina Isabel y su consejera.

La decisión tomada por los Reyes de donar aquellos pueblos a los Marqueses de Moya fue causa de grandes disgustos, escándalos y alborotos en la ciudad de Segovia. Se abofeteó implacable y cruelmente a todos los niños segovianos para que guardasen toda su vida el recuerdo de la protesta y de la resistencia que se hizo por parte de todos los segovianos a tan desproporcionada donación. Los disgustos y los enredos se sucedieron durante más de un siglo. La escritura que puso fin al pleito fue otorgada el día 12 de junio de 1592 por D. Diego Cabrera Fernández de Bobadilla y de la Cerda, Conde de Chinchón, bisnieto del primer Conde de Chinchón y Marqués de San Martín de la Vega.

En esta concordia quedó delimitado el derecho de cada una de las partes, cediendo la Comunidad de Segovia al Conde los despoblados de Caez, Villaverde y Monasterio, las dehesas de Gózquez, Santisteban y Alvende, y los demás términos y jurisdicciones que había en el sexmo de Valdemoro, que pasaban íntegramente al Conde Marqués de San Martín de la Vega.

El Conde-Marqués cedía a Segovia el lugar de Navalcarnero. Por último, el Marqués de San Martín de la Vega se obligó a conceder a la ciudad de Segovia como compensación 2.000 ducados de renta anual.

La citada concordia fue de obligado cumplimiento para las partes al ser ratificada por el rey Felipe II en Illescas, el día 29 de mayo de 1593 y en El Escorial, el día 14 de julio de dicho año.

Se hallaba el Emperador Carlos I en La Coruña, dispuesto para embarcar hacia Flandes cuando Toledo se subleva aclamando a sus regidores Juan de Padilla y Hernando Dávalos. Se sucedieron los levantamientos de Ávila, Cuenca, Guadalajara y Madrid, así como Segovia con Juan Bravo.

Enterado el Emperador una vez en Flandes, consiguió que abandonaran la sublevación, entre otros, el Señor de Chinchón y el Señor de Torrejón de Velasco, D. Fernando Cabrera y Bobadilla, con lo que la causa de los comuneros perdió su principal apoyo. Como muestra del poderío e independencia que tenían los nobles ejemplo un escrito de D. Diego Cabrera y Fernández fecha de 1580, en el que el Conde de Chinchón protestaba al Rey que sus tropas acampasen en sus villas de Ciempozuelos y San Martín de la Vega.

Coincidiendo con la subida al trono español de la Casa de Borbón, ocurrió que el quinto Conde de Chinchón y Marqués de San Martín de la Vega, murió sin descendencia directa y le heredó por línea colateral su sobrina Doña Isabel de Castro, a la que sucedió en sus títulos su hija Francisca de Cárdenas y Castro que, por haber muerto en sus primeros años, fue heredada por su tía carnal, Doña Francisca Castro Fernández Cabrera y Bobadilla, a la que a su vez, sucedió su primo el Príncipe de Albano y de Venafro, de familia italiana, con el que dio principio en el señorío del sexmo de Valdemoro y Marquesado de San Martín de la Vega el apellido Savelí. De 1700 a 1708 no nombraba ya el Príncipe de Savelí a los alcaldes y justicias, sino que se hacía en nombre del Rey. En 1711 lo hizo la Condesa de Casa Palma, en nombre de su marido el Marqués de Almonacid.

Ya en 1738 pasaron, al parecer por compra, el Marquesado de San Martín de la Vega y el Condado de Chinchón al infante D. Felipe de Borbón Farnesio, hijo del rey Felipe V. Por ello, a partir de esa fecha los nombramientos de alcaldes, demás cargos y oficios de Justicia, y Escribanos del Ayuntamiento los firmaba de su puño y letra el Infante D. Felipe.

D. Felipe perdió su categoría de Infante, trasladándose a Italia para tomar posesión de los nuevos estados; en los de Chinchón, Valdemoro y San Martín de la Vega le sucedió su hermano el Infante D. Luis Antonio de Borbón y Farnesio, que fue nombrado Cardenal por el Papa Clemente XII cuando contaba ocho años de edad, más tarde fue nombrado Arzobispo de Toledo y Sevilla, pero renunció a sus dignidades eclesiásticas para contraer matrimonio al morir su padre en el año 1746. De este matrimonio nacieron tres herederos: D. Luis María, Doña María Teresa y Doña Luisa. En el año 1800 D. Luis María, a los 23 años de edad, fue nombrado Cardenal y durante la Guerra de Independencia fue designado Presidente de la Regencia que gobernaba España desde Cádiz, sancionó todas las leyes que promulgaron las Cortes hasta el regreso de Fernando VII.

El Infante-Cardenal fue destituido de todos los cargos al restablecerse el absolutismo. En el año 1820, al producirse un levantamiento, D. Luis fue nombrado Presidente de la Junta Revolucionaria y, después, Jefe del Gobierno Provisional.

jueves, 16 de septiembre de 2004 a las 0:00

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