En Barillas está prohibido morirse
 Un majestuoso pino preside la entrada del cementerio de Barillas. Un árbol que adorna y transmite más sosiego, si cabe, a quienes allí descansan. Sin embargo, estas pequeñas instalaciones ya están saturadas y el Ayuntamiento ha encendido la luz de alarma. "En este pueblo está prohibido morirse porque no hay sitio para enterrar a nadie", advierte la alcaldesa, Mª Teresa Martínez Baigorri.
Aunque la primera edil no tiene el poder suficiente para decidir cuándo se aplica la guadaña de la muerte entre sus 220 vecinos, lo cierto es que su plegaria parece haber sido escuchada desde las alturas. "En lo que va de año sólo ha fallecido una persona; se llamaba Toribia Baigorri Baigorri, tenía 90 años, y recibió sepultura el día 6 de febrero de 2003", recuerda.
La alcaldesa parece haber llamado con éxito a las puertas de San Pedro para evitar más fallecimientos. En cambio, no le ha ocurrido lo mismo con las del Gobierno de Navarra, del que solicita la urgente ampliación de este cementerio que tiene una extensión de 400 metros cuadrados. "No quiero polemizar con la Administración porque las cosas se ganan con miel y no con hiel. Seguiré negociando con la Administración Local, para ver si, por fin, podemos hacer realidad que se mejoren estas instalaciones", insiste por activa y por pasiva.
Compra del terreno
Por este motivo, el Ayuntamiento ya ha dado el primer paso al comprar 1.000 metros cuadrados de terreno, junto al camposanto, que está ubicado en el término municipal de Montecillo. "La inversión alcanzó los 9.000 euros y nuestra ilusión es conseguir ampliarlo en 500 metros cuadrados, para evitar cualquier problema en el futuro", indica. Existe un dicho popular que dice perro cansado, saca bocado y otro igual de persistente que reza quien no llora, no mama.
María Teresa Martínez parece haberlos asumido a la perfección, pero añadiendo a su talante abierto la particular simpatía y dulzura de sus palabras para convencer a sus interlocutores. "Cuando digo que ya no tenemos sitio para dar sepultura a nadie no estoy mintiendo. Si no se acometen las obras pronto, tendremos que meter a los difuntos de pie; también existe la posibilidad de que los familiares aprovechen las tumbas o nichos que ya están ocupados", precisó la alcaldesa.
Sitio de reserva
En cualquier caso, el Ayuntamiento siempre tiene una carta debajo de la manga y la alcaldesa, al final, la descubre. "Nosotros tenemos un nicho reservado para casos de urgencia y ojalá no tengamos que utilizarlo porque no es agradable que una persona se muera", reflexiona. Este hueco vacante forma parte de los 32 nichos que se construyeron hace ocho años, siendo alcalde José Antonio Antón Baigorri. En aquel entonces las necesidades eran muy grandes. En cuanto concluyeron las obras, los vecinos los compraron. "Recuerdo que el Ayuntamiento se reservó tres para utilizarlos en un caso extremo y la gente también los quería adquirir; el precio de cada nicho rondó los 240 euros", apuntó. La construcción de estos huecos se llevó a cabo justo en la zona de acceso a estas instalaciones. Nada más entrar, a mano derecha, se encuentran estos nichos de cuatro alturas.
El cementerio de Barillas tiene más de cien años, pero el Consistorio y los propios vecinos se encargan de tenerlo en las mejores condiciones. Sus puertas están abiertas todo el año para que cualquier persona pueda visitar y rezar a sus difuntos. Este es el caso de la barillera Micaela Domínguez, quien perdió a su marido, Marcelino Lasheras, hace unos diez años. Desde entonces, acude hasta este lugar para hacerle compañía e, incluso, comentarle sus alegrías, tristezas y lo mucho que lo echa en falta. Es la única forma de consuelo que encuentra para seguir estando cerca del hombre con el que tuvo sus dos hijos y compartió los mejores momentos de su vida. Ella es una más de las personas que, escoba en mano, limpia a diario el trozo de tumba de su marido para que presente un aspecto coqueto.
viernes, 20 de febrero de 2004 a las 0:00
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En Barillas está prohibido morirse
Un majestuoso pino preside la entrada del cementerio de Barillas. Un árbol que adorna y transmite más sosiego, si cabe, a quienes allí descansan. Sin embargo, estas pequeñas instalaciones ya están saturadas y el Ayuntamiento ha encendido la luz de alarma. "En este pueblo está prohibido morirse porque no hay sitio para enterrar a nadie", advierte la alcaldesa, Mª Teresa Martínez Baigorri.
Aunque la primera edil no tiene el poder suficiente para decidir cuándo se aplica la guadaña de la muerte entre sus 220 vecinos, lo cierto es que su plegaria parece haber sido escuchada desde las alturas. "En lo que va de año sólo ha fallecido una persona; se llamaba Toribia Baigorri Baigorri, tenía 90 años, y recibió sepultura el día 6 de febrero de 2003", recuerda.
La alcaldesa parece haber llamado con éxito a las puertas de San Pedro para evitar más fallecimientos. En cambio, no le ha ocurrido lo mismo con las del Gobierno de Navarra, del que solicita la urgente ampliación de este cementerio que tiene una extensión de 400 metros cuadrados. "No quiero polemizar con la Administración porque las cosas se ganan con miel y no con hiel. Seguiré negociando con la Administración Local, para ver si, por fin, podemos hacer realidad que se mejoren estas instalaciones", insiste por activa y por pasiva.
Compra del terreno
Por este motivo, el Ayuntamiento ya ha dado el primer paso al comprar 1.000 metros cuadrados de terreno, junto al camposanto, que está ubicado en el término municipal de Montecillo. "La inversión alcanzó los 9.000 euros y nuestra ilusión es conseguir ampliarlo en 500 metros cuadrados, para evitar cualquier problema en el futuro", indica. Existe un dicho popular que dice perro cansado, saca bocado y otro igual de persistente que reza quien no llora, no mama.
María Teresa Martínez parece haberlos asumido a la perfección, pero añadiendo a su talante abierto la particular simpatía y dulzura de sus palabras para convencer a sus interlocutores. "Cuando digo que ya no tenemos sitio para dar sepultura a nadie no estoy mintiendo. Si no se acometen las obras pronto, tendremos que meter a los difuntos de pie; también existe la posibilidad de que los familiares aprovechen las tumbas o nichos que ya están ocupados", precisó la alcaldesa.
Sitio de reserva
En cualquier caso, el Ayuntamiento siempre tiene una carta debajo de la manga y la alcaldesa, al final, la descubre. "Nosotros tenemos un nicho reservado para casos de urgencia y ojalá no tengamos que utilizarlo porque no es agradable que una persona se muera", reflexiona. Este hueco vacante forma parte de los 32 nichos que se construyeron hace ocho años, siendo alcalde José Antonio Antón Baigorri. En aquel entonces las necesidades eran muy grandes. En cuanto concluyeron las obras, los vecinos los compraron. "Recuerdo que el Ayuntamiento se reservó tres para utilizarlos en un caso extremo y la gente también los quería adquirir; el precio de cada nicho rondó los 240 euros", apuntó. La construcción de estos huecos se llevó a cabo justo en la zona de acceso a estas instalaciones. Nada más entrar, a mano derecha, se encuentran estos nichos de cuatro alturas.
El cementerio de Barillas tiene más de cien años, pero el Consistorio y los propios vecinos se encargan de tenerlo en las mejores condiciones. Sus puertas están abiertas todo el año para que cualquier persona pueda visitar y rezar a sus difuntos. Este es el caso de la barillera Micaela Domínguez, quien perdió a su marido, Marcelino Lasheras, hace unos diez años. Desde entonces, acude hasta este lugar para hacerle compañía e, incluso, comentarle sus alegrías, tristezas y lo mucho que lo echa en falta. Es la única forma de consuelo que encuentra para seguir estando cerca del hombre con el que tuvo sus dos hijos y compartió los mejores momentos de su vida. Ella es una más de las personas que, escoba en mano, limpia a diario el trozo de tumba de su marido para que presente un aspecto coqueto.
viernes, 20 de febrero de 2004 a las 0:00
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